Jaque al sistema eléctrico: el Gobierno lanza la privatización de Transener
- Ambito Tucumano
- 25 jul
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Con Resolución 1050/2025 comenzó el proceso para vender ENARSA y pone en juego el control del 85% del transporte eléctrico nacional.

El Gobierno nacional avanzó con fuerza en la venta de Transener: a través de la Resolución 1050/2025, formalizó el inicio del proceso de privatización de ENARSA al ofrecer a la venta su participación en CITELEC S.A., que controla el 52,65% del capital accionario de la transportadora eléctrica del país. Esto significa poner en riesgo el control de una infraestructura crítica que maneja el 85 % del sistema de alta tensión argentino.
El procedimiento será un concurso público con alcance nacional e internacional, y deberá completarse en un plazo de ocho meses. La Agencia de Transformación de Empresas Públicas coordinará el proceso, mientras que la Subsecretaría de Energía será responsable de los pliegos técnicos y legales.
Un punto controversial es cómo se valorará el paquete: el Tribunal de Tasaciones se declaró incompetente debido a que el valor de la empresa se basa en sus futuros ingresos, no en activos físicos. En su lugar, se instruyó a un banco público para valuación. Además, se excluye cualquier participación de los empleados mediante programas de propiedad compartida.
Aspectos críticos
Se trata de una decisión que cede el control de la infraestructura eléctrica nacional a actores privados e incluso extranjeros, sin priorizar participación regional o nacional.
La tasación por ingresos futuros puede ser subjetiva y otorgar ventaja a inversionistas con capital, sin considerar el interés público.
El rechazo a un programa de propiedad participada evidencia falta de inclusión del personal estatal en la operación.
La decisión profundiza una línea privatizadora acelerada que ya había incluido a AySA y prepara la venta por etapas de ENARSA.
Este paso representa un viraje profundo en la política energética: se lanza un modelo que transfiere el Estado estratégico del transporte eléctrico al capital privado sin consulta social ni mecanismos de control comunitario. El futuro del servicio, las tarifas y la soberanía energética quedan supeditados a decisiones comerciales. Una privatización sin contrapesos reales.









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