Atlético se fue del Bosque con las manos vacías
- Ambito Tucumano
- 9 ago 2021
- 2 Min. de lectura
Perdió de la peor manera: en la última jugada del partido.

Cristian Lucchetti se va al vestuario solo, sin esperar a sus compañeros, mientras uno de ellos le recrimina algo al juvenil Agustín Lagos. Nada fuera de lo común, apenas postales de una excursión a La Plata que para Atlético terminó de la peor manera: derrota en la última jugada.
Ante Gimnasia y Esgrima, el “Decano” sufrió una evitable caída por 1-0: dadas las circunstancias –jugó 25 minutos con un hombre menos- el empate era un buen negocio y estaba al alcance de las manos. Pero hubo errores de ambos extremos en la banda etaria del equipo y también mérito del rival.
El tiro libre que un especialista como Brahian Alemán ejecutó a ese primer poste que quedó desguarnecido, con la pelota haciendo palo y adentro ante la pasividad de Lucchetti (ubicó muy mal la barrera), se originó en la inexperiencia de Lagos, que cometió una falta en el borde del área con solo un minuto por jugar.
Antes de eso hubo un partido de noventa y pico de minutos en el que Atlético casi siempre se sintió incómodo. Omar De Felippe repitió los mismos 11 que ante Vélez, con similar resultado: en el estadio Juan Carmelo Zerillo, el “Lobo” hizo un poquito más.
Atlético no jugó bien, especialmente en la primera etapa. Los volantes no hacían pie y Luis Miguel Rodríguez aprovechaba y distribuía juego. El sector izquierdo de la defensa fue su talón de Aquiles: Mauro Osores y Marcos Valor eran desbordados con frecuencia.
En las radios partidarias “triperas” se preguntaban qué habría dicho “ODF” en el entretiempo, porque tras el regreso, y a medida que las condiciones climáticas empeoraban (frío, viento, lluvia), la visita empezaba a mostrar su mejor cara. Ahora Ciro Rius, Guillermo Acosta y Ramiro Carrera tenían la pelota y llegaban a las puertas del área.
Por un breve lapso pareció que el gol estaba al caer. Pero entonces vino la segunda amarilla para el juvenil Valor por una falta innecesaria, en mitad de campo. Entonces De Felippe entendió que era mejor cuidarse que ir por la hazaña.
Ya había ingresado Joaquín Pereyra y también le tocó debutar a Nicolás Orihuela (casi la emboca tras un desborde). Entraron además Franco Mussis y Lagos.
Parecía que el plan daría resultado. Hasta que el castillo de naipes se desplomó como si “el Diego”, cuya energía aún se percibe en El Bosque, hubiera soplado para que Alemán festejara su revancha. Y Atlético se vuelva de La Plata con los bolsillos impensadamente vacíos.
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