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Felicidad en caída libre: solo el 50,9% de los argentinos se declara feliz en 2025

  • Foto del escritor: Ambito Tucumano
    Ambito Tucumano
  • 14 ago
  • 3 Min. de lectura

El índice de bienestar se desploma a su nivel más bajo desde 2018, con adultos de 50 a 59 años y jóvenes como los más afectados.

El índice de bienestar se desploma a su nivel más bajo desde 2018, con adultos de 50 a 59 años y jóvenes como los más afectados.

El último informe del Observatorio de Tendencias de Insight 21 (Universidad Siglo 21) revela que apenas el 50,9% de los argentinos se siente feliz con su vida, marcando un descenso de 3,6 puntos porcentuales respecto a fines de 2024 (54,5%) y posicionándose como el valor más bajo desde 2018, cuando comenzaron estas mediciones. Los indicadores clave pintan un panorama desolador:

  • 44,3% cree haber logrado sus metas vitales (-5 puntos vs. 2024)

  • 34,8% está conforme con su vida (-7,3 puntos)

  • Solo 31,9% no cambiaría nada de su pasado (-8,9 puntos).

Tabla: Evolución de la felicidad en Argentina (2018-2025)

Año

% Felicidad

Tendencia

2018

58,9%

Primer registro

2020

62,2%

Máximo histórico

2022

50,5%

Mínimo previo

2024

54,5%

Recuperación

2025

50,9%

Caída abrupta

Los rostros de la infelicidad: jóvenes y cincuentenios

La crisis de bienestar atraviesa generaciones, pero golpea con fuerza a dos grupos:

  1. Adultos de 50 a 59 años: Sufrieron una caída del 11,5% en sus niveles de felicidad. Según Mario Trógolo, investigador de Insight 21, enfrentan una "tormenta perfecta": inestabilidad laboral prejubilatoria, cargas familiares y problemas de salud agravados por un contexto económico desafiante.

  2. Jóvenes de 18 a 29 años: La brecha entre sus expectativas y la realidad —empleo precario, dificultad para independizarse e incertidumbre educativa— alimenta su frustración. Este grupo coincide con la tendencia global de "infelicidad sin precedentes" en jóvenes señalada por la ONU.

La paradoja educativa: el posgrado como salvavidas

Mientras la felicidad retrocede en todos los niveles educativos, un grupo destaca: las personas con posgrado incrementaron su bienestar del 65,4% al 69,4%. Este dato expone una fractura social: quienes tienen mayor formación académica poseen herramientas para navegar la crisis, mientras los sectores con educación básica oscilan entre el 50,1% y 52,9% de felicidad.

¿Crecimiento económico vs. bienestar emocional?

El informe se publica en un contexto contradictorio:

  • El gobierno celebra un crecimiento del PIB del 5,7% interanual y proyecciones optimistas del FMI.

  • Pero la realidad cotidiana muestra que una familia tipo necesita $1.149.353 mensuales para no ser pobre, y el 86% de los argentinos admite que los problemas económicos dañan severamente su salud mental. Florencia Rubiolo, directora de Insight 21, advierte que las crisis recurrentes han relegado el bienestar emocional: "Se lo ignora como recurso estratégico para el progreso".

El "capital social": último refugio en la tormenta

Pese al desplome generalizado, Argentina ocupa el puesto 48 en el Informe Mundial de la Felicidad de la ONU —por encima de muchos países con mejores indicadores económicos—. Los especialistas atribuyen esto al "capital social": la red de vínculos, solidaridad y contención comunitaria que actúa como amortiguador de las crisis. La OMS respalda esta idea: quienes experimentan bienestar afrontan mejor el estrés, son más productivos y mantienen mejor salud física.

¿Hacia una política de la felicidad?

Trógolo subraya que la felicidad depende de múltiples factores —"salud, relaciones sociales, propósito vital"— más allá de lo económico. Insight 21 propone repensar el desarrollo nacional:

  • Políticas segmentadas: Programas de gestión del estrés para adultos mayores de 50 años y apoyo a la inserción laboral juvenil.

  • Reconocimiento institucional: Incluir el bienestar emocional como indicador de progreso, tal como recomienda la OMS.

  • Combate a la desigualdad educativa: Expandir el acceso a estudios superiores, dado su vínculo comprobado con la resiliencia.

Metodología: El estudio aplicó la Escala de Satisfacción con la Vida (SWLS) —utilizada por UNESCO y OMS— a 1.050 personas de 18 a 65 años en siete ciudades argentinas, con margen de error del 3,02%.

Mientras el gobierno exhibe cifras macroeconómicas, el desplome del bienestar emocional revela que el verdadero termómetro de la recuperación no está en los informes financieros, sino en la capacidad de los argentinos para soñar —y alcanzar— una vida que valga la pena ser vivida.

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