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Lavagna admite que retrasa el nuevo IPC por las elecciones

  • Foto del escritor: Ambito Tucumano
    Ambito Tucumano
  • 26 ago
  • 3 Min. de lectura

El titular del INDEC confirmó que la nueva metodología de medición de inflación está lista desde marzo. La desconfianza en los datos oficiales ronda el 70%.

Lavagna admite que retrasa el nuevo IPC por las elecciones

En una revelación que agrava la crisis de credibilidad del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), su director, Marco Lavagna, admitió que la implementación de una nueva metodología para medir la inflación se está retrasando deliberadamente debido al proceso electoral en curso. La declaración se produce en medio de una encuesta que muestra que el 67.4% de los argentinos desconfía de los datos oficiales de inflación y tras la renuncia de Georgina Giglio, la titular del IPC, en circunstancias poco claras.

La razón electoral del retraso

Durante una entrevista, Lavagna reconoció que la nueva metodología, basada en una canasta de consumo actualizada, está terminada desde marzo pero no se implementará hasta después de las elecciones legislativas. "Son índices que siempre generan muchos ruidos para un lado y para el otro", explicó, señalando que "estamos en momentos que no son los más indicados para hacer estos cambios, que son muy sensibles". El funcionario, que llegó al INDEC con Sergio Massa y se mantuvo en el cargo con Javier Milei, agregó que, aunque a los técnicos del organismo "nos hubiera gustado implementar antes" el nuevo sistema, se está "esperando el momento" adecuado.

Qué cambia con la nueva medición

La actualización reemplazaría la obsoleta canasta basada en consumos de 2004-2016 por una que refleja los patrones de gasto de 2018. Este cambio técnicamente crucial reduciría el peso de los Alimentos y aumentaría el de los Servicios en el cálculo general del IPC. Este punto es particularmente sensible para el Gobierno, ya que durante su gestión los precios de los servicios (como electricidad, gas, transporte y educación) han registrado las subas más abruptas y sostenidas. Lavagna, sin embargo, intentó minimizar el impacto del cambio, afirmando que las diferencias entre el índice actual y el nuevo son mínimas: "La diferencia es muy poquita, a veces para arriba y otras para abajo. Hay 0,1 o 0,2 de diferencia".

La crisis de credibilidad

Las declaraciones de Lavagna alimentan la profunda desconfianza que reveló la reciente encuesta de la consultora Zentrix, donde 7 de cada 10 argentinos no creen que el IPC del INDEC refleje su costo de vida real. La credibilidad aparece además fracturada por la grieta política: mientras el 94.4% de los votantes de Massa desconfía del índice, entre los votantes de Milei la desconfianza cae al 43.8%. El propio Lavagna salió recientemente a cruzar a un referente de Zentrix en la red social X para aclarar, en un tecnicismo, que "inflación no es igual a costo de vida", una distinción que para la mayoría de la población resulta abstracta e irrelevante frente a la pérdida constante de su poder adquisitivo.

Entre la técnica y la política

La postergación del nuevo IPC expone la tensión permanente en el INDEC entre la rigurosidad técnica y la conveniencia política. Lavagna ahora se encuentra navegando aguas electoralmente turbulentas. Su admisión de que el calendario político dicta el timing de una decisión técnica inevitablemente debilita la frágil confianza que aún pueda quedar en las estadísticas públicas. La implementación del nuevo índice, cuando finalmente se concrete, llegará marcada por la sospecha de haber sido manipulada en su timing para no afectar un resultado electoral.

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